El viento lo atraviesa de par en par y su techo es el cielo, pero estas ruinas ladrilleras eran el galpón
de Montaje, el único que queda en pie de lo que fuera el conjunto de edificios y dependencias que
conformaban los Talleres Noroeste, y en el que se reparaban las locomotoras a vapor, las diesel y se
confeccionaban vagones de distinto tipo. Funcionó desde sus orígenes, fines del siglo xix, hasta
1996, año en que los Talleres se cierran definitivamente.
Piso adoquinado, ventanales enormes, contaba con un puente grúa para poder levantar la parte
superior de las máquinas y trabajar en su interior. Abandonado a su suerte, en 2015, vecinos del
barrio realizaron un abrazo para que no lo demolieran como al resto y que sea el sostén de la
memoria e identidad de toda una comunidad.
Casi como un buen augurio que lleva encima, su nombre -Montaje- nos remite una y otra vez a una
misma tarea: combinar las diferentes partes de algo para lograr un todo.